Como cada 22 de agosto, hoy conmemoramos en Paraguay el Día del Folklore, una fecha en la que enarbolamos con orgullo todos aquellos detalles indelebles que hacen a nuestra identidad como paraguayos tan diversa y a la vez tan precisa como el ADN impregnado en la sangre de cada uno de los que pertenecemos a esta tierra guaraní.
Pero, ¿a qué se refiere la palabra Folklore? La palabra fue acuñada por primera vez el 22 de agosto de 1846 por el arqueólogo inglés William John Thoms, quien la definía como “sabiduría popular”, según una publicación de la revista londinense “Athenaeum”. Esta palabra, según la Real Academia Española, está compuesta por dos voces inglesas “folk” que significa pueblo y “lore” que significa saber o ciencia.
Con la publicación de este arqueólogo el 22 de agosto de 1846, describiendo el folklore como los conocimientos y saberes que se van trasmitiendo en un pueblo de boca en boca y que a lo largo de los años perduran y se conservan casi de manera inquebrantable, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), estableció el Día Mundial del Folklore en el año de 1960, haciéndose réplica Paraguay de este evento.
El folklore de un pueblo o un país se caracteriza principalmente por ser actividades, creencias, rituales y costumbres que los identifica. En su gran mayoría son de implementación anónima, no se conoce cuándo exactamente se iniciaron, pero han prevalecido a lo largo de los años y las generaciones, e incluyen también los conocimientos espirituales y materiales con aplicaciones prácticas en los distintos momentos de la vida de la comunidad.
En el caso del folklore paraguayo en materia artística es clave hablar de la danza paraguaya, destacada en el mundo por su alegría y por sobre todo los coloridos vestuarios y la música especialmente representada por la guarania, que es un estilo musical propio, caracterizado por ser suave y romántica, normalmente es ejecutada por un trío integrado por un arpista y dos guitarristas.
La creación de artesanías también es un ejemplo vivo de cómo los conocimientos van pasando de mano en mano, en este caso de las artesanas creando el típico tejido de ñanduti, nombre en guaraní inspirado en el tejido de la araña; el ao po’i, nombre también en guaraní que significa prenda fina, ya que el tejido se hace de hilos finos, y el sombrero piri,, así como artesanías orfebres que se ven en diseños de filigrana.
En cuanto a la gastronomía, algunos de los platos más autóctonos son los que cuentan como ingrediente principal el maíz, como por ejemplo el vorí vorí, el pastel mandi’o, el mbeyu, la tradicional sopa paraguaya, el chipa guazú o el chipa so’o.
En cuanto a las bebidas, la más popular es el tereré. Esta bebida hecha con yerba mate, agua con mucho hielo y a la cual se le suelen añadir los remedios yuyos o “pohã ñana” ha logrado reunir a los paraguayos de una manera única en un espacio donde comparten sus vivencias, a veces minutos de descanso o incluso sólo momentos de ocio
Otro de los aspectos que es imposible dejar fuera del folklore paraguayo son los mitos como el Jasy Jateré y el Luisón o las leyendas como las de Ykua Bolaños y Ñandejára guazú o las supersticiones, y juegos que se llevan a cabo en fechas como las de San Juan o Año Nuevo.
Todas estas características han nacido, crecido y se han convertido en una poderosa amalgama cultural proveniente de la unión de un fuerte pueblo guaraní y un extranjero pueblo español que con el paso de los años puedo conocer y entender la riqueza que radicaba en el suelo guaraní, capaz de convertirse en una tierra de grandes oportunidades.