En el tercer día del Novenario de Caacupé, le tocó al cardenal Adalberto Martínez presidir la misa central y en su homilía habló de la voluntad de Dios hacia el pobre.

Afirmó que nuestro país produce y exporta millones de toneladas de alimentos al mundo, “pero hay más de 400 mil paraguayos que pasan hambre, según las estadísticas oficiales. Eso no está conforme a la voluntad de Dios. Si tenemos suficientes alimentos para alimentar al mundo, es un escándalo moral que cientos de miles de pobres extremos no puedan satisfacer sus necesidades básicas de alimentación”.

“Según los datos oficiales, 1 de cada 4 paraguayos está en situación de pobreza, lo que significa que no puede cubrir sus necesidades básicas. La pobreza desnuda que demasiados hermanos están privados de las condiciones necesarias para una vida digna a la que tienen derecho como hijos de Dios y como ciudadanos paraguayos. La dignidad de la persona humana es uno de los pilares de la Constitución Nacional y es uno de los principios de la Enseñanza Social de la Iglesia; por consiguiente, respetarla y promoverla es de cumplimiento obligatorio para quienes administran los recursos del Estado y son responsables de las políticas públicas necesarias para superar esta situación, que nos pone fuera de la Voluntad del Padre”, manifestó el cardenal.

Otros temas a los que se refirió Valenzuela durante la homilía fueron la sequía en el Chaco, las comunidades indígenas olvidadas por las autoridades, la problemática de la tenencia y propiedad de la tierra, con la migración forzada y atropello a los derechos de los nativos, además del exilio de cientos de compatriotas que salen a buscar un mejor futuro.

Afirmó que las cárceles están pobladas de jóvenes que, por falta de oportunidades, de estudio, de empleo, de recreación sana, sin un horizonte de esperanza, sin una familia ni una comunidad que los contenga y los proteja, terminan refugiándose en el consumo de drogas, que los destruye y los condena al descarte. Ahondó que en la cadena del tráfico de drogas, que beneficia y enriquece a unos pocos, generalmente vinculados con el crimen organizado, las principales víctimas son los niños y jóvenes drogodependientes. Para ellos y para otros pobres, las cárceles se convierten en simples depósitos de seres humanos, sin ninguna posibilidad de recuperación y reinserción a la sociedad. Esta situación contradice la Voluntad de Dios y reclama atención urgente de los órganos públicos responsables.

Finalmente destacó que un desafío y una gran tarea nacional, sin distinción de credo, sector social o partido político, es el saneamiento moral de la nación. “Recuperar la ética y la moral como principios rectores de nuestra conducta individual y social es el camino para encarar las profundas transformaciones que necesita el Paraguay”, expuso.

Fuente:ADN